Un pequeño museo en una ciudad se encontraba abandonado porque ya no habían personas interesadas en visitarlo. El encargado estaba preocupado porque corría el peligro de ser cerrado pero su angustia no era conservar su fuente laboral, sino perder los registros de la historia que tenía la ciudad y que las nuevas generaciones no pudieran apreciar los tesoros que se encontraban ahí.
Al igual que los habitantes de esa ciudad, nosotros también perdemos el interés de recordar los hechos importantes tanto positivos como negativos, momentos que hubiésemos querido evitar pero pasaron y que se registraron en el museo de la mente, victorias y derrotas, que forman parte de una gran historia de vida.
No es malo recordar esos sucesos cuando son para impulsar nuestro andar, cuando son para prevenirnos de cometer los mismos errores, porque nos desafían a lograr completar la meta que nos trazamos y nos ayudaron a acercarnos más a Dios.
El Señor, quien no nos abandona y estuvo en las buenas y en las malas, fue el primer testigo de las luchas que tuvimos a lo largo del año.
“Me vienen a la mente los tiempos pasados y me pongo a pensar en todas tus acciones; tengo muy presente todo lo que has hecho!” Salmos 143:5 TLA.
Hay muchas cosas que no querrás recordar pero estarán ahí como una lección aprendida, no dejes que los recuerdos te atrapen y te encadenen, sé libre con la ayuda de Dios pues Él siempre nos da nuevas oportunidades para enmendar nuestros errores y caminar hacia la meta de su mano.
Cuida tu museo con la esperanza de que todo será mejor y que Dios te dará victoria en todo momento porque estás permaneciendo fiel al compromiso que adquiriste siendo hecho hijo suyo.
“Pero después me acuerdo de todo lo que has hecho, oh Señor; recuerdo tus obras maravillosas de tiempos pasados.” Salmos 77:11 NTV.
por: cvclavoz
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