Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.” Hechos 20:35 (NVI)
En un ayuno en la iglesia, recibimos la visita de un misionero, quién nos compartió sus vivencias en un país totalmente ajeno a él, su esposa e hijos, las luchas que tuvieron, los contratiempos, hasta la desaprobación que tenían de parte de sus padres por la decisión que había tomado y cómo a pesar de ello, en medio de todos esos sucesos, la mano de Dios estuvo ahí dándoles aliento y bendiciendo su obediencia.
Ese día, yo tenía planificado ir a consultar con el oftalmólogo y para ello había destinado un monto de dinero. Pero cuanto más escuchaba al misionero algo en mí me decía que dispusiera ese dinero para esta obra. Mentiría si diría que obedecí de inmediato, pues no fue así, hubo una batalla entre el sí y el no en mi interior, a pesar que él no pidió dinero, ni siquiera lo mencionó, su propósito fue transmitir la necesidad de Dios de los no creyentes y así fue.
Finalmente después de la disputa interna que tuve, cuando él salía me acerqué y al darle la mano puse el dinero ahí y le di un abrazo, él no miró la cantidad, sólo lo tomó y se puso a llorar, estaba muy agradecido, entonces se acercó otra hermana que hizo lo mismo que yo.
Jamás olvidaré su rostro ni las lecciones que me enseñó: Dios sustenta la obediencia, no olvidándose de sus hijos que se esfuerzan para extender su Reino y mejor es dar que recibir.
Las personas que se sacrifican y arriesgan sus vidas por anunciar el evangelio no sólo necesitan lo material, sino necesitan nuestras oraciones.
Toma unos minutos para orar por los misioneros, que Dios los proteja y sustente en donde quiera que se encuentren, así formarás para de esta gran labor.
por: cvclavoz
Amén
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