Pedro fue uno de los discípulos de Jesús a quien se menciona reiteradamente en la Biblia. Si estudiamos su persona, podemos encontrarnos que era de esos hombres impulsivos, charlatanes, quien se metía constantemente en dificultades porque persistía en hablar sin reflexionar, lo que lo llevó a negar a su Maestro no solamente una vez, sino tres veces. Era un hombre sin estudios, parte del vulgo de aquellos tiempos, su profesión: pescador.
Pablo, era conocido como perseguidor de cristianos, un hombre cruel y sanguinario que buscaba terminar con la vida de los que se decían seguidores de Cristo. Estuvo presente no sólo en la lapidación de Esteban, sino que además, se ofreció a vigilar los vestidos de los asesinos. A diferencia de Pedro, fue instruido y formado en la escuela de los mejores doctores de la Ley.
Historias diferentes, con rumbos distintos, con personalidades distintas pero con un común denominador, fueron transformados por Dios. Hechos 2, nos describe a un Pedro que dio uno de los mejores discursos ante una multitud de miles. Y Pablo, de ser perseguidor de cristianos, se convirtió en un audaz predicador de Cristo.
Dios es quien hizo su obra transformadora en sus vidas, fue por su Espíritu Santo que muchos de sus defectos o debilidades se desvanecieron y llegaron a ser instrumentos de honra y útiles en el servicio a Dios.
Como personas tenemos muchos defectos con los cuales luchamos cada día, aspectos negativos que están en nuestra personalidad y que incluso puede llegar a lastimar a otros.
Sin embargo, tenemos la esperanza de que podemos ser diferentes, transformados al igual que estos hombres, es posible dejar nuestra timidez, agresividad, deshonestidad, impaciencia, enojo, etc. Si buscamos a Dios y le pedimos que nos cambie, Él lo hará, su Espíritu Santo nos dará la fortaleza para cambiar. Tan sólo necesitamos estar dispuestos.
Su palabra dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18 (RV1960)
Si tan solo nos acercamos y rendimos a Él. Dios está dispuesto a transformar nuestras vidas.
por: clclavoz
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