La Biblia está llena de grandes mujeres. A lo largo de toda la historia del tiempo, marcha una sucesión interminable de
mujeres valientes y de visión, de mujeres virtuosas, de mujeres abnegadas.
Las Escrituras se refieren particularmente a algunas de ellas. No hace mucho participé en un pequeño proyecto. Hice
un recorrido mental a través de toda la Biblia trayendo a la memoria las mujeres mencionadas en la Palabra de Dios.
Una de esas mujeres es, por supuesto, Ester, que vivía en el anonimato con su primo Mardoqueo, en el país de Persia.
El rey Asuero había regresado de la guerra, derrotado, solitario y necesitado de afecto y de compañía permanente. Sus
consejeros le habían dicho: "Busquemos a todas las jóvenes casaderas hermosas que hay en el reino de Persia, en
todas las provincias, y traigámoslas aquí para que hagas tu elección." Lo que le estaban sugiriendo es lo que
llamaríamos hoy un concurso de belleza, simple y llanamente.
El historiador judío Josefo nos dice que había quizá hasta 400 mujeres involucradas en este notable concurso.
Tendrían un año para pulirse en todo arte de seducción y para realzar su belleza mimando sus cuerpos y aplicándoles
el arte de la cosmética, de los peinados y vestidos. Finalmente, se esperaba que la elegancia, el encanto, la belleza
física y la seducción erótica se impusieran. Cada una de ellas debía pasar una noche con el rey, quien entonces haría
su elección.
Aquí tenemos los concursos de "Miss Internacional" y de "Miss Universo" combinados en uno, pero con un premio
mayor que cualquiera de los que estos ofrecen: la ganadora se convertiría en la reina de Persia. Yo sospecho que las
mujeres de todo el país clamaban por la oportunidad de tomar parte en esto, menos una: la heroína de nuestra historia
(Est 2.5a, 7).
Ester formaba parte de la minoría. Su pueblo, los judíos, habían venido a esta tierra como cautivos, como botín de
guerra. Ella está viviendo una vida de oscuridad en un hogar muy protegido y monoteísta. Ester no había sido atrapada
por todo el alboroto del concurso de belleza. Sin embargo, es obvio que su belleza física atrajo la atención de alguien
mientras continuaba la búsqueda.
Leyendo Ester 2.8, la expresión «fue llevada», puede significar «tomar por la fuerza», y así aparece traducido en otras
partes del Antiguo Testamento. Algunos eruditos judíos le dan esa interpretación en este pasaje. No se nos dice si
Ester fue «forzada» a ir. Pero creo que sería justo decir que había renuencia de su parte. Simplemente deténgase y
piense: ¿Por qué habría querido una joven judía involucrarse en un plan que la obligaría a abandonar la única familia
que tenía, bajo la tutela de alguien que ella amaba y respetaba, Mardoqueo? ¿Por qué habría querido pasar un año
encerrada bajo llave en un harén, culminando en una noche con un rey pagano que podía resultar en la posibilidad de
un matrimonio mixto fuera de su raza? Creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que fue con renuencia.
¿No es reconfortante encontrar un poco de timidez en una mujer hermosa? ¿No es encantador observar la verdadera
belleza, que está acompañada de modestia y de la falta de interés en competir para lograr un premio por las
cualidades físicas? Lo veo en Ester y me siento impresionado por ello.
Según 2.9, Ester obtuvo ventaja de su condición; porque no sólo se ganó el favor de quienes la habían descubierto,
sino también el de Hegai, que tenía una gran influencia en el palacio. Por eso le dice: "Lo que quieras, puedes
tenerlo." Piense en eso.
Pero nada de esto se le sube a la cabeza. La belleza del carácter de Ester se revela en el hecho de que su
encumbramiento no dañó su personalidad; a una persona más débil la habría mareado tanta exaltación a su belleza.
El harén era el sitio ideal para "un viaje" de seducción. Era el lugar donde las mujeres cultivaban la habilidad de
utilizar sus encantos para lograr lo que querían, es decir, la posición más alta que una mujer podía tener en el reino.
Este era el sitio donde las mujeres podían tener todas las joyas, todos los perfumes, todos los cosméticos y toda la
ropa que necesitaran para resultar físicamente atractivas y tentadoras al solitario rey. ¡Este era el lugar que, en
comparación, convertiría en insignificantes a las tiendas más elegantes, caras y exclusivas que hay en el mundo hoy!
Pero es en este medio embriagante que Ester, la encantadora estrella de Dios, brilla con mayor intensidad. Y lo hace
al exhibir seis cualidades reales de fortaleza interior y de piadosa dignidad.
Seis características de dignidad y fortaleza
Primera: Ester exhibió un encanto y elegancia llenos de gracia (Est 2.9)
En este versículo la traducción literal del texto original es: "Provocó gracia ante su rostro." ¿No es una expresión
hermosa? Aunque había sido llevada al harén y participaba en estas actividades de manera renuente, Ester no mostró
una actitud negativa. Estoy convencido de que ella sentía la mano de Dios en su situación. ¿Por qué más podía estar
allí? Ante la imposibilidad de decir no, Ester fue un dechado de gracia ante el rostro de Hegai, el influyente servidor del
rey. ¡Qué diferencia entre Ester y todas las demás mujeres que había a su alrededor! Sus cualidades internas no
podían ser ignoradas. Estas, de hecho, captaron la atención del servidor del rey.
Ester era tan gentil y refinada que Hegai le proporcionó de inmediato todas las cosas que necesitaba, y algunas más.
Era consentida y mimada al máximo. En este lugar se llegaba a cualquier exceso para cultivar el arte de la seducción
y las técnicas eróticas del coqueteo que hicieran posible cautivar el corazón de un rey solitario. Sin embargo, en medio
de todo esto, esta encantadora mujer "provocó gracia".
Segunda: Ester demostró una reserva y control poco comunes (Est 2.10)
Dios le ha dado a las mujeres un aire de misterio. Esto es algo que, sinceramente, los hombres no tienen. Nosotros los
hombres somos una camarilla bastante pronosticable. Con mucha frecuencia he escuchado decir a un hombre: "Es
que no la entiendo. Sencillamente no la comprendo." Por ejemplo, una mujer dirá: "Lo que necesito es un buen llanto."
¿Qué es un buen llanto? En toda mi vida, mi querido amigo, yo jamás he experimentado un buen llanto. Mi mujer sí.
También otras mujeres de mi familia. Pero esto es un misterio para los hombres. Lo digo con toda sinceridad: Yo
jamás he podido entender cómo se puede sentir uno bien después de llorar.
En toda mujer hay un aire de misterio, una imprevisibilidad que a los hombres les resulta enigmática. La capacidad de
Ester de mantener la reserva no hace sino aumentar el misterio, particularmente su reserva verbal. Ella sabía mucho
más de lo que decía. Sabía guardar un secreto.
La reserva verbal se está convirtiendo rápidamente en una virtud del pasado. Gracias a las revistas sensacionalistas
que lo cuentan todo y a los programas de entrevistas de la televisión donde nadie se guarda nada, no hay reserva en
absoluto. ¿Cuándo fue la última vez que alguien se ruborizó en la televisión? Pero la reserva y el control operan
siempre en favor nuestro. Las mujeres deben aprender a guardar confidencias, especial-mente si tienen que ver con
su esposo, con su familia y con sus amistades. ¡Que la conozcan por saber guardar un secreto! Eso es parte de una
personalidad caracte-rizada por la dignidad y la fortaleza.
Tercera: Ester tenía un espíritu siempre dócil (Est 2.10 y20)
El haber sido una de las finalistas en esta delirante competencia, o después, el haberse convertido en reina no hizo
que Ester hiciera alarde de su independencia ni que se diera ínfulas con sus habilidades. ¡No ella! Esta preciosa,
digna y sabia mujer seguía dispuesta a escuchar y aprender.
Ester sigue siendo un excelente ejemplo para las mujeres hoy. Algunas de ustedes son maestras excelentes que
tienen la capacidad de pararse frente a un grupo y exponer la Biblia, o de disertar sobre alguna área en la que son
competentes y mantener al público embelesado por la agudeza de ingenio y creatividad que demuestran. Otras de
ustedes se han distinguido en el servicio público. Han desempeñado papeles y cargos prestigiosos en la comunidad.
Es posible que hayan recorrido mucho mundo y que se muevan con plena seguridad en círculos exclusivos donde hay
hombres y mujeres muy influyentes, y con los cuales ustedes tienen una relación personal de confianza. No hay nada
de malo en esto. Pero déjeme preguntarle: ¿Ha cambiado eso su disposición a aprender de los demás? ¿Se ve a
usted misma como una experta perfecta? ¿O simplemente todo eso la ha hecho consciente de lo inmensa que es
realmente su ignorancia? Espero que sea esto último.
Cuarta: Ester demostró una sencilla modestia y autenticidad (Est 2.12-15)
Recuerde que en este momento Ester no debía tener más de unos veinte años de edad, o podía ser aun menor. Esta
era la gran oportunidad de su vida de tener cualquier cosa que deseara. Pero en vez de eso, sigue siendo fiel a lo que
le habían enseñado y se guía por el consejo de Mardoqueo, creyendo que él sabe lo que más le conviene a ella. No
sucumbe a la tentación que la rodea: a la superficialidad, el egoísmo, la seducción, el egocentrismo. Exhibe una
sencilla modestia, una autenticidad, en medio de tanto lujo desmedido. ¡Le dije que se encariñaría con Ester!
Francamente, estoy convencido de que Ester se presentó ante el rey sin ningún temor, porque no la consumía la
ambición de ser reina. Su vida no giraba en torno a su aspecto físico, ni al propósito de hacer feliz al rey. Estaba allí por
una sola razón: Porque sabía que la mano de Dios estaba con ella; por ciertas circunstancias y por la sabiduría de
Mardoqueo, había llegado allí por una razón. Para utilizar una de mis expresiones favoritas: sabía lo que estaba
haciendo. Sabía quién era. Sabía lo que creía. Y sabía que la mano de Dios estaba sobre su vida. Si era su voluntad
que estuviera allí, si eso era parte de su plan, entonces lo aceptaría de buena gana. De no ser así, de buena gana
renunciaría a él. Era modesta en cuanto a su persona, y era auténtica.
Quinta: Ester fue ejemplo de una gracia amable, a pesar del ambiente (Est 2.15-17)
Es evidente que Ester tenía algo en ella que hacía que obtuviera "gracia" de todo el mundo, desde el rey hasta las
mujeres del harén que estaban compitiendo con ella por la atención y la simpatía del rey. Pienso que debe haber
tenido cierta gracia. El dic-cionario dice que tener gracia es "ser agradable, encantador, atractivo de una manera dulce
y cautivadora". Una persona que tiene gracia nos atrae. Nos sentimos seducidos por el espíritu bello y fascinante de
esa persona.
Sexta: Ester demostró un humilde respeto por la autoridad (Est 2.18, 20)
Muchas personas parecen pensar que cuando alguien se casa ya no necesita del consejo de sus padres. O que
cuando se independiza económicamente, depende total y absolutamente de sí mismo. La persona piensa por sí
misma y hace lo que le viene en gana. Pero aquí vemos que Ester, a pesar de haberse convertido en la reina del país,
se acordaba de la sabiduría de su tutor y seguía su consejo gustosamente.
Yo he compartido esta lista de características con mis amadas hijas, esperando no sólo que piensen en ellas sino que
también las cultiven. Y es con este mismo sentido de solicitud que comparto estas cosas con usted hoy, porque
personal-mente creo que se necesitan más que nunca en el ambiente de inseguridad y sensualidad en que vivimos.
Consejos prácticos para las Ester de hoy
Ahora bien, ¿qué le dice todo esto a la mujer hoy? Me aventuraría a decir que todas ustedes que han leído este
artículo hasta este punto quisieran, a su manera, ser una Ester moderna. Pero estas cualidades parecen ser casi
inalcanzables. Suenan tan increíblemente fuera de la realidad. ¿Cómo puede una mujer imaginar siquiera tener todas
estas cualidades?
Pero puede suceder. Dios no nos engaña con las cosas que dice en su Palabra. Él no se dedica a hacer que su pueblo
quede avergonzado yendo tras una expectativa no realista que jamás podrá lograr, yendo tras algo que es totalmente
exclusivo de una sola persona, pero que para los demás es un reto frustrante e inalcanzable. Debo añadir de
inmediato que usted no podrá hacer suyas estas cosas dejándose guiar por lo que le dice el mundo. Eso sólo le traerá
derrota y frustración. Usted, como persona, tiene sus propias presiones, sus propias dificultades, sus propias
circunstancias espe-ciales, pero Dios le ofrece las maneras de manejarlas y de convertirse en su persona especial. La
pregunta es: ¿Cómo? Le ofrezco dos sugerencias sencillísimas, pero prácticas.
En primer lugar, pídaselo a Dios. Pídale que cultive ese carácter en usted. Pídale que le dé una insatisfacción por lo
superficial y un deseo más profundo por lo espiritual. Entréguese a su poder y a su corrección. Busque su dirección en
las cosas que le faltan. Permita que él la ayude a fijarse metas razonables. Escríbalas en su diario para tener así
constancia de que ora en este sentido.
Pídale a Dios que le dé esa clase de autenticidad, para poner más énfasis en lo que está sucediendo en lo más
profundo de su corazón, y menos énfasis en lo externo, lo superficial, lo frívolo.
En segundo lugar, confíe en Dios. Confíe en que él controlará las circunstancias que están a su alrededor, esas
circunstancias que quizá está utilizando para no ser la mujer que quiere ser. No espere que sus circunstancias sean
perfectas. (¡Usted sabe que jamás lo serán!) Acuérdese de Ester: En el punto culminante del certamen, rodeada de
mujeres sensuales, ambiciosas y superficiales, Ester se mantuvo firme. Y, admirablemente, Dios le dio gracia ante los
ojos de los demás.
Pídaselo a Dios. Confíe en Dios. Nosotros dependemos completamente de él para vida eterna, para perdón, para
carácter, para seguridad. Su luz en nuestra vida nos da una aversión cada vez mayor por las cosas que sólo satisfacen
a la carne. Su luz nos muestra la importancia del carácter y el cambio increíble que puede producirse si
permanecemos firmes en las cosas de Dios. Sólo él puede darnos gracia y atractivo, y evitar que nos convirtamos en
cristianos biliosos e irritables. Es su propósito para nuestra vida lo que nos utiliza aun en los harenes de la vida, para
que hagamos que las cosas sean diferentes y modelemos un encanto y una belleza que no puede sino hacer que la
atención de la gente se dirija al Señor y a su poder.
Siento una gran compasión hoy por la mujer de Dios que tiene que aguantar los disparates que dicen los medios de
comunicación en cuanto a su papel, a su importancia y a su lugar en la sociedad. No sé de nadie que tenga más
derecho a estar confundida, que la mujer de hoy. Ella recibe toda clase de respuestas, toda clase de mensajes
ambivalentes, toda clase de supuestas demostraciones de que la independencia es su única manera de volar, y de
que ser liberal y hacer lo que le plazca le dará paz y satisfacción permanente. Las mujeres deben estarse preguntando
en medio de todo este torbellino, qué es exactamente lo que se supone que deben ser y qué deben hacer.
Hay que dar una medida especial de ayuda a nuestras hijas, para que sepan cómo ser mujeres de Dios en este
mundo, ya que muchos están listos para darles un guión falso.
Comience donde se encuentra ahora mismo
Dios le ha dado a la mujer una singularidad que no se encuentra en ninguna otra de sus creaciones. Es a través de la
mujer que nacen los niños, y sólo a través de ella. Es la madre quien tiene la influencia más importante durante los
años más formativos de la vida del niño. La dirección de una madre es elocuente aunque no se diga ni una sola
palabra. ¿Quién no ha captado "la mirada" de su madre? ¿Quién no ha sido movido a tomar una decisión por el
silencio de una madre, por el ejemplo de una madre y, ciertamente, por las lágrimas de una madre?
Creo que esto es así porque Dios les ha dado a las mujeres por lo menos cuatro cualidades que impactan nuestras
vidas.
En primer lugar, Dios ha dado a las mujeres una intuición especial. Este es un sexto sentido que les permite penetrar
la concha más dura y ver más allá de la fachada impenetrable, y ver la verdad más allá del error y de la falsedad. Las
mujeres tienen la habilidad de percibir el carácter o la falta de él mientras que los hombres parecen ser mucho más
incautos. La percepción de la mujer es a veces tan increíble, ¡que a menudo nos saca de quicio a los hombres!
En segundo lugar, Dios ha dado a las mujeres una resistencia al dolor que no ha dado a la mayoría de los hombres, ya
sea al dolor del parto o la capacidad de soportar las penurias a largo plazo. Como la "mujer pionera" de los primeros
años de historia de muchos de nuestros países, las mujeres tienen la capacidad de seguir adelante bajo las
condiciones más desfavorables, con indoblegable determinación para perseverar. Me resulta imposible mencionar el
número de hombres que no tiraron la toalla simplemente porque hubo mujeres que los amaron y creyeron en ellos.
En tercer lugar, además de la intuición y la resistencia, Dios ha dado a las mujeres una sensibilidad especial. Nosotros
los hombres somos más cerrados, cerrados hacia Dios y hacia las otras personas. Pero las mujeres tienen una
receptividad, una calidez, una sensibilidad para las cosas de Dios. La mujer tiene el deseo de crecer, de responder, de
sentir, de demostrar afecto hacia las cosas de Dios, que no se encuentran en el hombre promedio.
En cuarto lugar, Dios ha dado a las mujeres la cualidad de la vulnerabilidad. La mayoría de las mujeres que conozco
tienen menos temor que los hombres de decir la verdad acerca de su vida. Esta es la razón por la que la mayoría de
los consejeros le dirán que por lo menos el 70 por ciento de sus clientes son mujeres. Las mujeres están dispuestas a
pedir ayuda. Si lo dudan, hombres, recuerden sólo la última vez que se extraviaron mientras conducían su automóvil, y
su esposa les dijo "¿Por qué no te detienes y preguntas?". Los hombres recorremos cien kiló-metros, tratando de
hallar la ruta correcta, sólo para demostrar que sabemos a dónde estamos yendo. Una mujer simplemente se
detendrá, reconocerá que se ha extraviado y pedirá ayuda. Las mujeres confían más en los demás y están menos a la
defensiva. Hasta están dispuestas a admitir sus temores y aprensiones. Las mujeres son, por lo general, las primeras
en decir en el matri-monio: "Algo no está funcionando bien aquí."
¡Pero, anímese! No estoy hablando sólo de las madres y abuelas veteranas. La generalidad de las mujeres tienen
todas estas cualidades. Si quiere más pruebas de esto, vea su Biblia. La palabra de Dios está repleta de ejemplos de
la dignidad y fortaleza que Dios les ha dado a las mujeres.
El encanto de una mujer le dará un puesto de honor. Una esposa excelente le da a su esposo un lugar de importancia,
pública y perso-nalmente. Una esposa prudente es un regalo de Dios, mejor que cualquier posesión terrenal. Tal
mujer le dará a su esposo el consejo prudente y proporcionará a su familia el liderazgo del discer-nimiento y del buen
juicio. Su toque sobre el brazo del marido es por lo general suficiente para frenarlo o para hacerlo reflexionar de nuevo
en lo que ha pensado hacer o decir.
¡Cuánta esperanza puede propor-cionar esto! ¡Cuánta fortaleza y dignidad! Dios es tan bueno por explicar en detalle
estas cualidades, justo ahora cuando usted ha comenzado a pensar que sólo Ester daba la talla. ¡No es así! Todas
estas cualidades son suyas, suyas con sólo pedirlas, suyas si sólo confía. ¡Por lo tanto, pida! ¡Y confíe!
Tomado y adaptado de Ester, una mujer de fortaleza y dignidad, Casa Bautista de Publicaciones, 1999. Usado con
permiso.
Charles R. Swindoll, pastor y escritor muy conocido y respetado, es el actual presidente del Seminario Teológico de
Dallas. También es el orador del programa radial "Visión para vivir" que se transmite en casi todo el mundo.
Pastora María Martínez