Hace unos días veía un documental sobre ciudades antiguas. Ciudades esplendorosas que tras mucho trabajo, tiempo y esfuerzo fueron construidas. Pero que por razones de guerras o catástrofes de la naturaleza fueron destruidas. Fue tanto el trabajo y el tiempo invertido, que mirar las ruinas y pensar en volver a comenzar una construcción de tal magnitud era imposible.
Igual pasa con nosotros. Mirar atrás y ver como era nuestra vida, todo lo que hemos invertido en ella, en ese trabajo, en esa relación, en esa casa, en ese negocio, en mi familia… y pensar que tenemos que volver a comenzar de nuevo tras una fuerte decepción...
Cuando sufres una fuerte desilusión piensas que no podrás sobrellevarla;
no comes, no duermes, sientes que se destroza el corazón y crees que tu mundo se derrumbó.
De pronto, se te ocurre acudir a soluciones artificiales que, en vez de arreglar las cosas, empeoran tu estado y tu vida.
Comienzas a preguntarte ¿por que a mi?, ¿por que otra vez?, en fin… la tristeza inunda tu mente con las grandes olas de la duda y la desesperación.
Si quieres mejorar, lo primero que debes hacer es negarte a pensar en tu desgracia y comenzar a elaborar una lista de tus necesidades naturales y espirituales, para empezar a sanar tu corazón y sacar adelante tu vida.
No te quedes mirando las ruinas. Limpia tu campo para que comiences una nueva construcción, más firme y más hermosa. Dios, el mejor arquitecto, siempre estará dispuesto a darte una mano y las fuerzas necesarias para mantenerte en este nuevo reto.
¡Olvida y sigue adelante. El cuerpo lo pide y el alma lo necesita!
¡Que tengas un día Bendecido!
Nestor Ortega
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