Versículo:
Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.
(Jonás 2:2,9-10 RV60)
Una orden puntual y directa de Dios, no siempre coincide con lo que nos gusta. No es fácil comprenderlo, pero los llamados de Dios no son una sugerencia.
Observa a Jonás en la panza del pez, rodeado de jugos gástricos y algas marinas ingeridas. Durante tres días Dios lo ha dejado allí. Durante este tiempo Jonás ha estudiado sus opciones. Y no ha podido más que llegar a la misma conclusión: No tiene opciones.
Había desobedecido al llamado de Dios y terminó en el vientre de un pez. Y es que a veces cuando desobedeces a Dios, empiezas a vivir en crisis. ¿Por qué? Posiblemente porque estás en el barco equivocado o lo que es peor, con la dirección equivocada. Quizás sabes cuál es tu llamado pero vas para otro lado con alguna excusa.
Cada vez que desobedeces se produce un adormecimiento similar al de Jonás, que dormía mientras aquel barco naufragaba en medio del mar. Generalmente, los que ocasionan las tormentas son los que duermen, todos al rededor sufren las consecuencias pero él es el único que no se da cuenta que todo eso es por haberse movido de la voluntad de Dios.
Jonás está ahora en ese sitio oscuro donde no puede salir. Desde ahí, en medio de su angustia y después de tres días y tres noches hizo lo único que podía hacer: orar. Dios lo escuchó y esa oración provocó que aquel pez lo arrojara.
En medio del vómito, Dios le vuelve a hablar. Sus planes no habían cambiado, era tiempo de levantarse y cumplir con la misión que le había encargado desde un principio.
Posiblemente te encuentras en la oscuridad del vientre de un pez por negarte a obedecer a Dios. Pero recuerda que puedes ver la luz de Su misericordia si clamas a Él de todo corazón.
Devocional basado en el libro “Segundas Oportunidades” de Max Lucado
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